Convenía que aquella que en el parto
había conservado intacta su virginidad,
conservara su cuerpo también después de la muerte
libre de corruptibilidad.
Convenía que aquella que había llevado
al Creador como un niño en su seno,
tuviera después su mansión en el cielo.
Convenía que la esposa que el Padre había desposado,
habitara en el tálamo celestial.
Convenía que aquella que había visto a su Hijo en la cruz
y cuya alma había sido atravesada por la espada del dolor,
lo contemplara sentado a la derecha del Padre.
Convenía que la Madre de Dios poseyera lo mismo que su Hijo
y que fuera venerada por toda criatura
como Madre y esclava de Dios.
San Juan Damasceno